viernes, 29 de enero de 2010

De El Intelectual y el Obrero al Obrero Intelectual

Intervención de César Lévano La Rosa en la presentación del Libro "La Utopía Libertaria"
(Auditórium de la Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú. Lima, 28 de abril de 2006)


El libro que hoy se presenta aporta sorpresas. En primer lugar, que a la serie Pensadores Peruanos editada por el Fondo Editorial del Congreso se incorporan los escritos de dos obreros panaderos, de esos que trabajaban doce horas diarias y de noche. Esa sorpresa encierra otra: Que el Fondo Editorial haya tenido la audacia, aparte de la lucidez, de editar estos trabajos, algunos de los cuales estaban en manuscritos en lápiz tinta y podían perderse para la memoria colectiva.

Otra sorpresa: que el libro lo presenten la Confederación General de Trabajadores y la Federación de Trabajadores en Construcción Civil. Debo empezar por agradecer a quienes han permitido esas sorpresas. La doctora Martha Hildebrandt, presidenta de la Comisión de Cultura del Congreso, y el historiador Rafael Tapia, director del fondo Editorial de esa institución, son merecedores de un reconocimiento muy hondo, de una gratitud que no es solo personal y familiar. Acá están una hija de Manuel Caracciolo Levano, doña Eirene Lévano, y una hija de Delfín, mi hermana Nelly, así como sus descendientes. Asumo el honor de representarlos en esa gratitud.

Extendemos esa gratitud a Mario Huamán, presidente de la CGTP y secretario general de la Federación de Trabajadores en Construcción Civil, y a Juan José Gorriti. Ellos nos han brindado su generosa hospitalidad.




Periodista peruano César Lévano, hijo de Delfín Lévano y nieto de Manuel Caracciolo Lévano.





 
Este libro es un documento para la historia del movimiento obrero, pero también una pieza fundamental para la comprensión de la historia social del Perú del siglo XX. No sólo está aquí, historiada por la mano de los protagonistas, el proceso heroico y la conquista de la jornada de ocho horas, y el esfuerzo prolongado por la organización sindical, sino también la irrupción de las masas urbanas en la escena política e intelectual. El gran animador es Manuel González Prada, el apóstol que en 1905 pronunció su discurso célebre sobre El Intelectual y el Obrero. En esa misma velada de Primero de Mayo, Manuel Caracciolo Lévano leyó su discurso “Que son los gremios obreros en el Perú y lo que debieran ser”. Un obrero se había convertido ya en intelectual.

Un consejo para los intelectuales de hoy y de mañana, y para los dirigentes populares de hoy y de siempre: No se puede comprender cabalmente a José Carlos Mariátegui a Víctor Raúl Haya de la Torre sin recorrer las páginas, escritas con sangre, del movimiento obrero inicial. No quiero prolongar en exceso mis palabras. Acosado por la necesidad de ganarme el pan como periodista y como profesor, no he podido pergeñar el trabajo compendioso y articulado que debiera. Ni siquiera he tenido tiempo para ser breve.

Ofrezco, por eso, en lugar de una tonada, una rapsodia, Es decir, fragmentos de artículos. Uno de ellos pertenece a mi padre, Delfín Lévano. Agrego al final unas reflexiones sobre la actualidad de estos años, de estos días.

El siguiente es un texto de Delfín Lévano, publicado en 1913.

"La aurora de este día con sus resplandores fortalecientes, nos saluda cariñosamente y besa con sus labios de fuego nuestras frentes erguidas ante el común enemigo, como un reto de desafío a los prepotentes que ultrajan nuestros derechos y escarnecen la dignidad humana.

Cuando los obreros de Estados Unidos, el 1º de mayo de 1886, se lanzaron a la huelga nada menos de ocho horas, no fueron a festejar días de paz y de fraternidad con sus explotadores, sino a luchar varonilmente afirmando como clase desheredada el derecho a una mejor vida y enfrentando a los favorecidos por el oro y el poder su pujante fuerza dispuesta a implantar la resolución aprobada por el congreso de la Federación de trabajadores en 1884.

Consecuencia de esta lucha fue que el 14 de mayo, mientras la política cargaba contra una indefensa multitud de huelguistas, estallara una bomba en las filas de los legales asesinos de casaca. ¿Se trató de buscar el autor de este hecho premeditado por capitalistas y autoridades, y ejecutado por una mano mercenaria? No- Estaba demás y era peligrosa toda investigación. Se quería sofocar el despertar proletario, y la autoridad se concentró a apresar a los que por su valentía, inteligencia y entusiasmo en la lucha se habían distinguido entre sus compañeros. La rabia patronal se ensañó contra ocho obreros que, por su verbo candente de luz y de verdad, habían sido el alma del colosal movimiento de reivindicación. Spies, Fischer, Engel, Parsons y Lingg fueron condenados a muerte y el 11 de noviembre de 1887 los cuatro primeros subían al patíbulo, siempre altivos, desafiantes y temibles hasta el ultimo momento de sus heroicas vidas. Lingg se suicidó en la prisión mordiendo un cartucho de dinamita. Fue rebelde al extremo, pues no permitió que sus verdugos saciaran sus cobardes venganzas, Viéndolo pender de la horca Schwab, Neebe y Fieldens fueron condenados a prisión perpetua.

Que los detenidos eran inocentes lo demostraron los trámites del proceso; lo dijo la prensa obrera del mundo entero; lo confirmó más tarde la investigación y revisión del proceso abierta por un gobernador integérrimo que puso en libertad a los que vivían en prisión, publicando además una memoria donde se probaba con miles de detalles y de pruebas que los ahorcados eran inocentes del delito que se les imputó por los que creyeron matar al anarquismo suprimiendo a sus pregoneros.

Todo este cúmulo de intrigas, componendas y soborno con que se fraguó este asesinato jurídico, tamaño crimen perpetrado por jueces venales, que procesaron y condenaron las ideas de los acusados, inspirados por el temor y el miedo, los discursos solemnes de los presos y la valentía y serenidad con que se subieron al patíbulo, produjeron una gran conmoción en el mundo obreros, y el 1 de mayo tomo cuerpo en el espíritu de las masas como fecha de lucha y rebeldía.

Desde entonces, cada mayo significa el comienzo de una nueva jornada hacia la sociedad ideal que forjaran las mentes robustas de los mártires por su amor infinito a la universal familia del dolor. Las horcas de Chicago son lumbreras que nos guían en el laberinto social y nos instan a seguir nuestra peregrinación de rebeldes voceros del rojo evangelio de la humana redención.

¡Mayo! Encarnación del entusiasmo y del coraje de la indómita e inmensa columna del trabajo, anhelante de renovar este armatoste social cimentado sobre la mentira y la ignorancia elevadas a virtudes y la explotación y la tiranía endiosadas como derecho indiscutible e inolvidable.

¡Mayo! Reconcentración de fuerza y revista de la falange proletaria que afirma el mismo derecho a la equidad económica social para todos los seres humanos.

¡Trabajadores! Afirmemos en este día nuestro pacto de solidaridad internacional, sin importarnos los límites de una patria que nos aniquila lentamente, y de un Estado que sienta sobre nuestras espaldas el peso de su brutal y represiva mano.

¡Adelante la columna de trabajo! Que no se detenga la marcha arrolladora de los que piensan y sienten el calor vivificante del ácrata ideal. El progreso está con nosotros. El porvenir nos pertenece. Somos los más, y el triunfo es de los fuertes y los rebeldes que no transigen con el Mal.

Escuche en este día, la casta parasitaria de curas, militares, patrones y gobernantes, el chirrido de cadenas que se rompen, el anatema del esclavo, la imprecación del luchador y el crujir de esta vieja sociedad que se derrumba.

¡Salve, OH Mayo! ¡Salud proletarios de la Tierra!

La Protesta une su voz de lucha y rebelión al himno universal que hoy entornan los Gladiadores libertarios que apresuran la Revolución Social.”

Amador Gómez (seudónimo de Delfín Lévano)
La Protesta, año III, No 21, Lima, Mayo de 1913.


Reproduzco enseguida, un texto mío publicado el 30 de abril de 1980 en la revista Marka.


1º DE MAYO: PASADO Y FUTURO

“En 1905, hace 75 años, se conmemoró por primera vez el 1 de Mayo en el Perú. Se hizo con desfile obrero a la tumba de Florencio Aliaga, muerto una año antes en la primera huelga peruana por la jornada de ocho horas, En la noche hubo un acto en que Manuel González Prada leyó su ensayo sobre El Intelectual y el Obrero y el panadero Manuel C. Lévano su discurso- programa “ Qué son los gremios obreros en el Perú y lo que debieran ser” Esa noche, con la presencia de dos mil trabajadores, la clase obrera hizo su ingreso a nuestra historia social como ser colectivo, con una fuerza organizativa, una esperanza de revolución y un ansia de justicia y de cultura.

El acto del 1 de Mayo de 1905 en Lima iba a ser recordado años después en “La Protesta” como la pascua roja de los revolucionarios del Perú. El discurso de González Prada sería reproducido innumerables veces, incluso por José Carlos Mariátegui en “Labor”. Del impulso de esa noche memorable iba a surgir el movimiento por la jornada de ocho horas y el fermento de la evolución política y social del siglo XX peruano.

Lima tenía entonces menos de 150,000 habitantes (140,000 había señalado el censo de 1903); el Callao, según censo de 1905, alcanzó 31,128. En la Lima de 1980, que pasa de los cinco millones de habitantes, y en que el proletariado industrial supera los 200,000 hombres, cabe preguntarse; ¿cuánto se a avanzado en organización y conciencia de clase? ¿Hasta que punto tiende a volverse cierta la profecía de González Prada esa noche ardiente de 1905: “Mañana, cuando surjan olas de proletarios que se lancen a embestir contra los muros de la vieja sociedad, los depredadores y los opresores palparán que les llegó la hora de la batalla decisiva y sin cuartel.”?

Son preguntas que exigen una respuesta autocrítica, Porque, pongámonos una mano sobre el pecho, ninguna fuerza política o sindical es hoy capaz de congregar para el 1º de Mayo lo que seria el equivalente vegetativo de los que se reunieron en aquel 1905: sesenta mil obreros.

Igual podría plantearse respecto de la prensa obrera y popular. “La Protesta” el órgano obrero mas serio y pertinaz de los años aurorales del siglo, nació en 1911 con dos mil ejemplares de tirada. De eso hay cuenta minuciosa en cada edición. ¿Cuál es el periódico obrero y/o popular que llega hoy a una tirada equivalente, es decir, a lanzar más de 60,000 ejemplares?

Algo ha ocurrido en el seno de la clase obrera y de la sociedad peruana que exige explicaciones. No vamos a improvisarlas aquí, pero la reflexión queda planteada y prometida.


Primer paro general de Lima, en 1911, en solidaridad con los textiles de Vitarte. En círculos, Manuel y Delfín Lévano.


HISTORIA Y CONCIENCIA

No creemos, por de pronto, que el problema sean sólo las condiciones económicas y sociales nuevas. Incluso está por estudiarse el nivel de consumo, alimentario por ejemplo, de los trabajadores peruanos a lo largo del siglo. Queremos solamente recordar que los trabajadores de 1905 consumían en Lima mucho más carne que hoy. Allí están las estadísticas para demostrarlo. Para una comparación entre salarios y precios basten algunas referencias. Según Glicerio Tassara en el No. 1 de “Los Parias”, marzo de 1904, un obrero limeño ganaba entre S/.1,20 (el peón no calificado) y S/.3, 00 o 4,00 (los metalúrgicos o los mecánicos), Una libra de carne costaba S/ 0.30.

Carlos B. Cisneros, en una monografía sobre Lima, confirma en 1911 estos datos. Los textiles aparecen allí con salarios entre S/.1, 80 y 3,00, y la libra de carne de vaca de primera, con un precio de S/. 025 O sea que una textil calificado podía comprar con su jornal diario seis kilos de carne de primera, Comparar esto con la actualidad es un sarcasmo (casi tan impúdico como las quejas de los “asilados” cubano en cuanto a la leche para los niños y ración de carne).

Recuérdese que hasta la primera guerra mundial el Perú fue un país de inflación mínima. Los salarios y los precios no sufrían esa dramática tensión que hoy nos aflige. La explotación de los trabajadores era inmisericorde en otro ámbito: sus jornadas de trabajo eran de diez, once o doce horas diarias. La legislación social se situaba en grado cero.

La lucha obrera apareció en el Perú gracias a una ruptura en el nivel de la conciencia. Fueron las ideas de justicia, de reivindicación internacional obrera, de rebeldía e independencia de clase las que permitieron a los obreros anarcosindicalistas levantar a las masas a la lucha por sus derechos.

Un factor decisivo en esas luchas fue el estudio de la historia obrera mundial.

El recuerdo de los mártires de Chicago y de las luchas internacionales por las 8 horas fue para ellos lección y acicate. Esto nos hace recordar las perspicacia con que Lenin fustiga en “Qué hacer” a los círculos obreros marxistas de Rusia que editaban “Hojas que flagelan los abusos que se cometen en las fabricas, la parcialidad del gobierno hacia los capitalistas, así como las violencias de la policía”,pero se olvidaban de lo más importante: “Las conferencias y las charlas sobre la historia del movimiento revolucionario, sobre la política interior y exterior de nuestro gobierno, sobre la evolución económica de Rusia y Europa, sobre la situación de las distintas clases en la sociedad contemporánea”




Históricos dirigentes anarcosindicalistas peruanos, Delfín Lévano y Manuel Caracciolo Lévano.



Hablo ahora de la actualidad:

EN LA CRUZ DE LA HISTORIA

En la historia no hay puntos muertos. Hay lucha, conquistas, represión, repliegues, lucha. Los que declaran muerta a la izquierda y sepultado al socialismo confunden sus deseos con realidades.

Mientras haya explotación, injusticia, hambre, marginación, engaño político y social, habrá izquierda, y una y otra vez se levantará la bandera del socialismo.

Un recorrido rápido por la historia de la lucha de obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales reafirma que en ese sentido viaja la flecha de la historia.

Hay fechas, hitos, que es bueno precisar.

1904. Una huelga de trabajadores del puerto del Callao incluye en su pliego de reclamos el aumento de salarios y la jornada de ocho horas. En la lucha muere, sableado por la fuerza pública, el joven estibador Florencio Aliaga. Fallece el 19 de mayo de ese año. Está enterrado en el cementerio de Bellavista, en el cuartel San Melchor. En su lápida se lee: “Hermano: Tu muerte no ha sido en vano. Algo se consiguió y vamos a conseguir más.” Los portuarios habían conseguido aumento salarial, no las ocho horas. No tenían sindicato.

1905. Manuel Lévano, presidente de la Federación de Obreros “Estrellas del Perú”, primera organización de tipo sindical, organiza la primera conmemoración del Primero de Mayo en el Perú. En la mañana hay una romería a la tumba de Florencio Aliaga, y en la noche, la velada en que González Prada pronuncia su discurso “El Intelectual y el obrero”, y Manuel Lévano lee su texto “Qué son los gremios obreros en el Perú y lo que debieran ser”. Contiene todo un programa de reivindicaciones, incluida la jornada de ocho horas y un norte de largo alcance: la revolución social.

1911. Huelga de los textiles de Vitarte. Se produce el primer paro general del Perú, en solidaridad con ellos.

1912. Una huelga de trabajadores del azúcar en el valle de Chicaza produce la matanza de por lo menos 150 trabajadores. Jefe de la represión es el coronel César González.

1913. En una gran concentración obrera en la Carpa de Moda del Callao se acuerda el primer paro general por la jornada de ocho horas. Se produce la primera conquista, pero sólo para los portuarios y algunos gremios más.

1917. Una huelga de peones agrícolas en los valles de Huacho, Sayán y Pativilca por la jornada de ocho horas concluye con una matanza de mujeres que desfilaban por las calles de Huacho.

1919. Paro general por las ocho horas que concluye con la victoria. En el transcurso del paro, los patronos de panaderías reconocen la jornada de ocho horas, pero los panaderos deciden continuar en la paralización por solidaridad con los demás trabajadores.

1929. José Carlos Mariátegui dirige el trabajo por la organización de la Confederación General de Trabajadores del Perú. La CGTP se funda en setiembre de 1929.

1930. Después de varias acciones de represión sanguinaria, la dictadura de Luis M. Sánchez Cerro decreta, el 11 de noviembre de 1930, la “disolución” de la CGTP. El decreto respectivo dice que la central obrera había “ordenado” un paro, que el régimen consideraba subversivo.

1968. En el ambiente de cambio social bajo el régimen del general Juan Velasco Alvarado se restablece la CGTP, luego de intensas luchas del sindicalismo clasista en todo el país. La dirige el patriarca de construcción civil, Isidoro Gamarra. En los años anteriores, la dirección sindical del Apra había impreso a la Confederación de Trabajadores del Perú, creada en 1943, una orientación propatronal y proimperialista, bajo los auspicios del sindicalismo amarillo de Estados Unidos. Serafino Romualdi, agente de la CIA encargado de vínculos con el sindicalismo hispanoamericano, escribió en su libro Presidentes y trabajadores: “Con el paso del tiempo, los dirigentes apristas de la CTP han madurado su juicio y han adoptado una política de cooperación y colaboración con los empresarios.”

1990. Se instala el régimen de Alberto Fujimori, que destruye los derechos sindicales, instala el trabajo precario y anula la posibilidad de seguro social, vacaciones, pago por tiempo de servicios, jubilación y retiro para cientos de miles de trabajadores, en particular para los jóvenes y las mujeres.

1992. El 6 de diciembre de 1992, en la Conferencia Anual de Ejecutivos, CADE ‘92’ Fujimori, que en abril ha dado el autogolpe civil-militar, declara: “Señores empresarios: ¡éste ya no es el país donde manda la cúpula de la CGTP!”. Doce días después, el 18 de diciembre, es asesinado Pedro Huilca, secretario general de la CGTP y dirigente de Construcción Civil. Ahora se sabe que lo victimó el grupo paramilitar Colina.

2006. Después de Alberto Fujimori arrasara los derechos de los trabajadores, el Presidente Toledo continúa, en lo sustantivo, la línea antisindical del prófugo. Las banderas de lucha de los trabajadores peruanos son hoy: reconquista de todos los derechos conculcados; defensa de la seguridad social y extensión de prestaciones a todos los peruanos pobres; solidaridad con los campesinos, defensa de sus tierras y de sus comunidades y de su derecho al agua; defensa de los derechos de la mujer y el joven. Y, sobre todo, rechazo al imperialismo yanqui, que ha emprendido una agresión sanguinaria contra los países como Irak y Haití, e interviene militarmente en Colombia; solidaridad con Cuba, trinchera de la dignidad y la independencia de los países latinoamericanos contra la ambición del “norte revuelto y brutal que nos desprecia” (José Martí).

Para todo eso, hay que fortalecer la organización sindical, forjar alianzas y fusiones sindicales. Hay que recurrir, otra vez, a la imaginación organizadora.

Ruego prestar atención a la idea de fusión sindical. En Alemania, hace poco tiempo, acordaron unificarse organismos sindicales de la industria gráfica, de la fabricación de maquinaria de imprenta y de los periodistas. Eso les da una fuerza funcional y numérica muy grande.

América Latina es el continente de las desigualdades económicas en el mundo, y en esa constelación de miseria el Perú brilla como una estrella de primera magnitud.

El 50 por ciento de los peruanos (14 millones) vive con 58 dólares, menos de 200 soles, al mes, y el 20 por ciento, casi seis millones, con apenas 32 dólares mensuales, poco más de cien soles.

Ocurre esto después de 26 años de neoliberalismo, iniciado en 1980 con el segundo gobierno de Fernando Belaúnde y profundizado con el de Fujimori.

En ese marco surge contra los trabajadores una nueva amenaza: el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

Si se fijan bien: ningún organismo sindical, ningún trabajador de la ciudad o el campo, conoce el texto completo de ese Tratado. No ha sido publicado íntegro en español. Pero por lo poco que se ha difundido en el aspecto laboral, se ve que allí se dice que cada Parte “procurará” “garantizar que sus normas laborales sean consistentes con los derechos laborales internacionalmente reconocidos”. En el “procurará” está el peligro.

Para remate, en un ayuda memoria del gobierno se lee, bajo el título de “Beneficios para el Perú”: “Se garantiza el pleno respeto de nuestra Constitución y autonomía normativa a fin de regular las relaciones laborales de acuerdo a nuestra realidad y sistema legal”.

“Nuestra realidad” es la realidad que ellos han implantado.

Cambiar esa realidad cruel es el mandato de José Carlos Mariátegui, de Manuel y Delfín Lévano, de Emilio Huamantica, de Isidoro Gamarra, de Pedro Huilca. Esa es su bandera unitaria, inmarcesible, flamante siempre.


¡VIVA EL PRIMERO DE MAYO!

César Lévano.